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Reseña: Traer al presente la dignidad.

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Cuando las personas toman consciencia de la situación de explotación se inicia el encuentro, el diálogo y con ello, la participación. En este sentido, la derogación de algunas tradiciones cotidianas, en su ejemplificación “no puedo/por falta de tiempo”, representa el gesto de la deshumanización del individuo alienado.

En “Campamento Chorrillos de Valdivia. Una historia poblacional para contar e imaginar (1973-1991)” de la antropóloga Bernarda Aucapan Millaquipai, reúne las voces de 38 actores sociales que se tomaron el sector de pampa Krahmer (calles Simpson con Picarte) en Valdivia, nombrándolo “Vietnam Heroico” en 1973 y siendo erradicado, hacia la Población Pablo Neruda, en 1991.

En el período de Frei Montalva, la política habitacional estaba marcada por la asistencia del Estado permitiendo que las familias de escasos recursos construyan sus propias viviendas con los materiales que tengan a disposición. Luego, con la llegada de Salvador Allende a La Moneda, el discurso estaba marcado por el Estado quien suministraba la vivienda y esta, no era un bien de lucro.

Según el libro, el punto de encuentro de más de sesenta familias fue en la población Menzel, las que se dirigieron la noche del 11 de febrero de 1973 al sector indicado debido a que la explanada tenía acceso a agua potable, baños y cercanía con la Avenida Picarte. En voz de Bernardo Yefi señala que en “la época de Allende estaban más humanizados los pacos, no hubo represión porque sabían que iban a tener respuesta” (30).

Se ha escrito de manera insuficiente sobre el rol de jóvenes de educación media y universitarios vinculados al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), estos cuadros políticos se desenvolvían entre los pobres de la ciudad, el campesinado y los cordones industriales. Además, frente a la burocracia estatal, la dirigencia decidió en 1973, organizar a nivel país la toma de terrenos, montar los campamentos y desarrollar mejores condiciones de vida en sectores de Angachilla, en Las Ánimas y en pampa Krahmer. Para su cometido, debían ganar las dirigencias en las poblaciones, el médico Pedro Cardyn (exMIR) señala en el volumen: “no pa’ nosotros había que ganarse la conducción de la gente. No sacamos na’ de ganarse las cosas por secretaría” (25).

Es importante remarcar el tipo de comportamiento de los dirigentes elegidos mediante asamblea: debían ser ordenados y tener un comportamiento ejemplar. Desde no beber alcohol, no tener peleas dentro del matrimonio, saber cocinar para el refugio y dialogar con las autoridades del SERVIU y los funcionarios de la municipalidad.

Con el golpe de Estado, los militares reestructuran las poblaciones mediante cambio de nombres de militares, sacando a los hombres comprometidos para torturarlos. Helena dice: “fueron tiempos muy violentos porque no se respetaban a las madres que hubieran tenido guagüita” (50), Mario agrega que “cuando los milicos entraban yo te digo la balacera era impresionante po’… ¿Aparecía, cuándo? Unos días más tarde todo moreteado y golpeado…” (51), Mateo afirma que: “con continuos allanamientos e interrogatorios por parte de carabineros y militares, con sus caras pintadas y fusiles de guerra… la práctica sistemática del terrorismo de Estado, realizada por organismos de seguridad, me marcó profundamente, ya que, por mucha ayuda, es muy difícil de olvidar lo que sucedió…” (52-3)

Con el mismo formato de trabajo donde da paso a las voces entrevistas, se detalla de la llegada de CEMA-Chile, las articulaciones femeninas en los Centros de madre, el Programa de Empleo Mínimo (PEM) y el Programa Ocupacional de Jefes de Hogar (POJH) en Chorrillos. En los talleres laborales del PEM se pagaban $1.500 chilenos de la época cada quince días, por cuatro horas diarias. Por otro lado, los varones fundan el Club Deportivo Chorrillos, emergían en el ochenta las agrupaciones juveniles y circulaba la acción social de la Iglesia Católica que estaban vinculadas a la Teoría de la Liberación.

Hacia el final, el volumen permite observar las formas en que la soñada casa propia era entregada a las familias: promesa de campaña de 1989, encuestas de saneamiento, la necesidad de abrir una cuenta de ahorro base de $5.000 y el pago de dividendo cuando el trabajo escaseaba. Para luego hacer el traslado y desarme de las zonas ocupadas hacia la población Pablo Neruda.

En la obra “Campamento Chorrillos de Valdivia” (2016) da cuenta de un hecho innegable: ¿cuántas de las poblaciones conocidas han sido forjadas con el sudor de las frentes de nuestras familias? La nueva clase media, endeudada en dividendos y forjada desde la precariedad ha sido subyugada por los créditos, ya no por lo que tiene, sino por lo que cree que va a tener en el mes siguiente. Releer es recordar qué significa dignidad.

Gonzalo Schwenke

es profesor y crítico literario para distintos medios.

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